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La Ley 352-98 y el fracaso del CONAPE

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Por Daniel Santana

El Consejo Nacional de la Persona Envejeciente (CONAPE) fue creado mediante la Ley 352-98 con un propósito claro: garantizar el respeto y los derechos de los adultos mayores en la República Dominicana.

Sin embargo, a casi treinta años de su promulgación, el CONAPE se ha convertido en lo contrario: una institución utilizada como botín político, donde se colocan empleados sin preparación, en vez de cumplir con la misión de servir a los envejecientes.

La propia ley establece que el CONAPE debe emitir el carnet del envejeciente, documento que concede beneficios esenciales:

Evitar maltratos en bancos, supermercados e instituciones públicas.

Acceso a un 30% de descuento en todos los consumos autorizados.

Pero la realidad es otra: el CONAPE nunca ha asumido su rol. El carnet no llega a quienes más lo necesitan, y los envejecientes continúan enfrentando humillaciones en el día a día:

Viajan de pie en el Metro y en la OMSA.

Son ignorados en las calles, donde aceras rotas y bloqueadas por vehículos les impiden caminar con seguridad.

Los choferes no les ceden el paso, y la indiferencia social los condena al abandono.

Mientras tanto, los funcionarios del CONAPE parecen ser vagos e inoperantes, jóvenes que nada saben del trato humano hacia los mayores. Y lo más grave: el director del CONAPE no aplica la ley, ya sea por miedo o por presiones de quienes tienen poder en el gobierno de turno.

La Ley 352-98 existe, pero no se cumple. No se sanciona a bancos, supermercados ni empresas que se burlan de la normativa. Sin multas ni medidas, la ley es letra muerta.

La gran pregunta es: ¿Para qué fue creado el CONAPE si no cumple con sus funciones?

La sociedad dominicana tiene una deuda pendiente con sus envejecientes. No basta con discursos en fechas conmemorativas ni con actos protocolares de ocasión. Se requiere voluntad política, firmeza institucional y, sobre todo, respeto humano. Un país que no protege a sus mayores, es un país que no respeta su propia historia.

El Estado debe entender que los adultos mayores no son una carga, sino un pilar fundamental de la nación. Muchos de ellos fueron trabajadores, agricultores, maestros, enfermeras y obreros que con su esfuerzo levantaron este país. Hoy merecen vivir con dignidad, no con indiferencia ni abandono.

Si el CONAPE no cambia de rumbo, si no se transforma en una institución de servicio real, seguirá siendo un organismo decorativo, diseñado solo para el beneficio político del momento. La vejez no espera, la vida no se detiene, y el tiempo perdido nunca se recupera. Los envejecientes necesitan respeto ahora, no mañana.