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Una muestra más de que el ejercicio del periodismo no tiene doliente ni amigo

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Por: Daniel Santana

Lo que ocurrió con el local del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) fue un golpe bajo, un atentado contra la prensa nacional que dejó atónitos a quienes vieron el video de la ocupación.

No fue un desalojo. Fue una ocupación a la fuerza, una invasión brutal que retrata la debilidad del sistema judicial y la falta de respeto hacia el periodismo. Un juez, carente de responsabilidad y de ética, se prestó para avalar la toma ilegal del tercer nivel del edificio que pertenece a los periodistas dominicanos.

Ese juez, enemigo de la libertad de expresión, llegó acompañado de la fuerza pública y de representantes legales que, sin medir consecuencias, forzaron la entrada del local. Fue una imagen dolorosa, de indignación, que violenta la dignidad de quienes con sacrificio levantaron esa sede.

El periodismo dominicano fue despojado en su propia casa. Se le arrebató un espacio ganado con lucha, con sudor, con esfuerzo colectivo. Es un hecho vergonzoso, que no solo afecta al CDP, sino que hiere a toda la prensa nacional e internacional.

Ayer mismo estuve en las instalaciones del CDP y del SNTP, en busca de una carta para entregar a la Universidad, y lo que vi fue espantoso: un edificio en ruinas, sucio, abandonado, con el parqueo ocupado por personas ajenas, los mismos que hoy entregan el local a quienes no les corresponde. No había un solo espacio digno para que un periodista pudiera estacionarse. Es una vergüenza mayúscula, una evidencia clara del daño, la maldad y la destrucción ética y moral que han cometido contra el CDP y el SNTP.

La pregunta que hoy arde en el corazón de los comunicadores y de la sociedad es contundente: ¿quién autorizó el alquiler del tercer nivel del edificio del CDP? Esa es la verdadera raíz del problema, y los responsables deben ser llamados a responder ante los tribunales por este abuso intolerable.

No estamos ante una simple disputa inmobiliaria, estamos frente a un atropello histórico contra la prensa. Usurpar el local del CDP es profanar el templo de los periodistas, es humillar a quienes han defendido la democracia y la voz del pueblo.

Este hecho debería provocar la condena inmediata y unánime de todos los periodistas, medios de comunicación y organizaciones internacionales. Pero, tristemente, lo que reina es el silencio, la apatía y la indiferencia, como si el periodismo no tuviera dolientes ni amigos.

Peor aún, la unidad de los periodistas solo parece aparecer en tiempos de elecciones internas. Se habla de la Ley 10-91, de los “enganchados” y de la carrera periodística, pero cuando toca defender la casa común, la lucha desaparece. ¡Es ahora cuando se necesita valentía!

El CDP y el SNTP no son simples instituciones. Son el símbolo vivo de la resistencia, de la verdad y de la justicia. Callar frente a este atropello es entregar la profesión en bandeja de plata a quienes buscan debilitarla.

Si el periodismo dominicano no se defiende a sí mismo, nadie lo hará. Este acto de usurpación es un precedente oscuro y peligroso. O el periodismo se levanta y defiende lo suyo, o seguirá siendo pisoteado por jueces corruptos, invasores oportunistas y poderes que no respetan la voz del pueblo.